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La sal marina tiene la capacidad de actuar como antiinflamatorio

La sal es un condimento que no puede faltar en la cocina. Los cocineros explican que lo más complicado es dar con el punto de sal perfecto, porque el plato no estará apetecible si está demasiado salado como si está soso.

La sal suprime el sabor amargo y potencia el dulce. También es importante porque aporta sabor a nuestros platos y potencia los aromas de cada alimento.

Si cocinas un filete a la plancha es aconsejable agregar sal en el momento en el que se haya formado una especie de costra superficial en el propio alimento, así el jugo no saldrá al exterior y disfrutarás de un alimento jugoso.

Si cocinas carne a la brasa debes añadir sal justo antes de cocinar el alimento, rompiendo las fibras y así lograrás que el aroma penetre en él.

Si cueces o guisas, la sal se agregará a la carne para que desprenda su sabor en el resto de guiso. Es importante ajustar el punto de sal cuando todos los alimentos estén hechos.

La Organización Mundial de la Salud aconseja consumir una cantidad inferior a 5 gramos diarios, para evitar posibles problemas de salud.

La mayor parte de la sal que ingerimos procede de los siguientes alimentos: pan, cubitos de caldo, leche, quesos, embutidos, jamón, bacalao, bollería y pizza.

Y los alimentos que son más salados por su composición son la leche, las galletas, el pollo, la mantequilla, el chocolate, los yogures, los pescados, la bollería y las bebidas con gas.

La pasta, por ejemplo, es un alimento que no contiene sal, durante la cocción agrega un poco, pero es aconsejable ajustar el punto de sal de la salsa al final de su preparación.

Las carnes pueden sazonarse hasta tres días antes de cocinarlas, pero los pescados bastará con que lo salemos hasta 10 minutos antes de cocinarlo.

Si quieres saber el origen de la sal, el diario
ABC explica que «los hebreos la usaban como ofrenda en sacrificios y ceremonias y los romanos como conservante de alimentos y retribución al trabajo bien hecho (de ahí los términos salario y asalariado). De esta época se conservan todavía hoy restos salineros en todo el mundo, que alguno sigue en funcionamiento hoy día».

Durante milenios, este mineral se utilizó como dinero. En 1568 los holandeses declararon la guerra a España porque no quisieron cederles la propia sal.

Los soldados romanos cobraban con sal y hasta entrado el siglo XIX en varios países se cobraba un impuesto especial. En su libro La sal, Mark Kurlansky cuenta una paradoja histórica: “Se establecieron rutas comerciales, se fortalecieron alianzas, se protegieron imperios, se provocaron revoluciones, para una cosa de la que el océano está lleno, que brota de fuentes, que forma una costra en el fondo de los lagos y en gran parte de las rocas de la superficie de la tierra. No hay casi ningún lugar del planeta donde no haya sal, pero a lo largo de la historia y hasta el siglo XX se buscó, comerció y luchó de forma desesperadamente para obtenerla”.

Un dato muy curioso es que es la única piedra que consume el ser humano. La sal no es perjudicial, pero su exceso puede provocar trastornos.

Los expertos explican que la falta de sal puede conducir a la deshidratación ya que permite la retención de los líquidos. Este mineral también regula el ritmo cardiaco, previene los calambres y extrae el exceso de acidez en las células.

Existen infinidad de tipos de sal: flor de sal, sal ahumada, escama de sal, sal con -hierbas, sal gorda, sal negra, etc.

«La sal se consideraba un elemento neutro en cuanto a sabor y gusto, pero ahora, gracias al interés de la alta cocina, se están difundiendo sales que añaden nuevos aromas”, dice Pep Palau, director del congreso gastronómico de Girona Forum Gastronòmic.

“Este éxito se explica porque, en términos absolutos, su coste es accesible y además un paquete de sal dura varias semanas. El resultado es que hoy todos tenemos en casa una sal diferente además de la sal común”, añade Palau.

Te aconsejamos la sal marina no refinada porque favorece el funcionamiento de los riñones, eleva la vitalidad, mejora la sexualidad, favorece la concentración y mejora en el drenaje de toxinas.

Es más beneficiosa para la salud que la sal refinada, porque no ha sido tratada químicamente.

Desde Eurosal explican que la sal marina se obtiene por evaporación del agua del mar y está compuesta en un 86% de cloruro sódico, aunque contiene también calcio, yodo, magnesio o manganeso.

También mejora la digestión, favoreciendo la generación de jugos gástricos. Otra de las ventajas es que tiene la capacidad de actuar como antiinflamatorio.

Hay muchas cremas que la usan porque exfolia, desintoxica la piel, aumenta la circulación y proporciona nutrientes.

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