La normalización y aceptación del consumo del cannabis se está extendiendo en el mundo occidental, reconociendo que su consumo no es más perjudicial que el del alcohol y que posee propiedades terapéuticas.
Aceptada en Uruguay, vista como sustancia de consumo habitual en España y fijándonos en su usual ingestión en cultural cercanas como Marruecos o Asia, era cuestión de tiempo empezar a utilizarla en la gastronomía y a empezar a valorarla como ingredientes con propiedades culinarias propias.
Del armario de cultivo al plato hay algunas cuestiones que debemos plantearnos. Hemos de tener en cuenta la importancia de la dosis, para no obtener efectos posteriores indeseados ni que nuestra cocina huela a porro, por lo que es importante seleccionar qué tipo de platos o alimentos aderezaremos con este condimento. Por ejemplo, podemos infusionarlo en aceite de oliva a igual que se hace con otras hierbas como la albahaca, o mezclarlo con la mantequilla y utilizarlo para aliñar platos y ensaladas.
el sabor que aporta la marihuana a los platos es herbáceo, debido a la clorofila de la planta. Por otra parte, el hachís es más terroso y posee otros matices en la comida.
Lo más importante de esta cuestión en no habituarse a utilizar la marihuana en la cocina de forma habitual, ya que sus efectos a largo plazo implican trastornos psíquicos y unas ganas irrefrenables de comer, además normalmente sin ningún criterio culinario, ya que la marihuana posee el efecto de potenciar los sabores, y puede lograr que comamos cualquier porquería sintiendo que estamos comiendo a nivel de gourmet. Para no terminar atiborrándonos de bollería industrial o aperitivos salados cargados de grasas saturadas es importante tener a mano comidas saludables de las que echar mano en eses momentos de atracón.
Fuente: elcogollo.com