Cómo hacer que tus clientes jamás olviden tu restaurante

ventanas

Cuando alguien cruza la puerta de tu restaurante, lo primero que percibe no es la comida. Puede sonar raro, pero es así. Antes de probar tu carta, ese cliente ya ha hecho un montón de valoraciones: cómo lo recibiste, qué ambiente hay, si se siente cómodo, si el sitio es bonito, si hay ruido, si hace calor… Y todo eso influye mucho en si va a volver o no.

Hoy en día, con tanta oferta y tanta competencia, no basta con que la comida esté buena. La gente busca experiencias, y si les das algo especial, no solo van a volver, sino que van a hablar bien de ti. Por eso, siempre es importante que lo pienses todo: desde cómo están distribuidas las mesas hasta qué música suena, cómo es la atención o si se puede charlar sin gritar.

Este artículo está lleno de consejos muy concretos y fáciles de aplicar para que tu restaurante deje huella. De esos sitios que la gente recomienda sin pensarlo. Vamos a hablar de espacio, decoración, atención, ambiente, temperatura… Todo lo que hace que un cliente se sienta a gusto de verdad.

 

Que tu local hable por ti

Antes de servir el primer plato, tu restaurante ya ha dicho mucho sobre ti. Por eso, es importante que el local tenga una identidad propia. No hace falta que gastes una fortuna en reformas, pero sí que pienses bien cómo aprovechar el espacio y qué sensaciones quieres transmitir.

Si el sitio es pequeño, aprovecha cada metro sin saturarlo. No caigas en la trampa de meter muchas mesas solo para ganar más. La gente quiere espacio. Si es grande, juega con zonas diferenciadas: una parte más tranquila, otra para grupos, otra más informal…

Piensa en el recorrido de tus clientes: ¿por dónde entran?, ¿qué ven primero?, ¿dónde esperan si hay cola?, ¿hay sitio para dejar abrigos o bolsos? Todo eso cuenta. Y si puedes, deja que entre luz natural, aunque sea con una ventana pequeña.

 

Un mobiliario cómodo, limpio y coherente

No todo el mundo se fija en las sillas, pero todo el mundo se sienta en ellas. Si alguien está incómodo, no se va a quedar mucho rato. Invierte en sillas estables, con respaldo, que no hagan ruido al moverse. Lo mismo con las mesas: que no cojeen, que tengan espacio suficiente y que no estén demasiado juntas.

Evita mezclar estilos sin sentido. No hace falta que todo sea uniforme, pero sí que tenga coherencia. Un sitio con mesas rústicas, sillas de oficina y lámparas modernas no se entiende. Y aunque suene básico, asegúrate de que todo esté limpio, sin manchas ni arañazos.

También es importante que haya espacio para moverse sin molestar a otros. Un camarero que tiene que esquivar sillas o pedir permiso cada vez que pasa acaba generando incomodidad, y eso lo nota el cliente. Si hay niños o personas mayores, que no sea un lío sentarse o levantarse. Y si alguien necesita una trona o una silla sin brazos, que puedas ofrecérsela sin problema.

El mobiliario dice mucho de lo que cuidas tu local. Y si lo cuidas, el cliente siente que también lo cuidas a él. Eso marca la diferencia entre un sitio al que se entra por casualidad y uno al que se quiere volver.

 

Una atención cercana, pero sin agobiar

No hay nada que sustituya a una buena atención. Puedes tener el local más bonito del mundo, pero si el trato es frío o desorganizado, la gente no vuelve. Y tampoco hace falta ser empalagoso. Solo estar atento, saludar con naturalidad, sonreír, explicar bien la carta y saber leer al cliente.

La rapidez importa, pero más importante es la claridad. Que no se queden esperando media hora sin saber si alguien los ha visto, o que no tengan que llamar tres veces para pedir la cuenta. Un equipo bien coordinado, con buena actitud, marca toda la diferencia.

Y si tú estás al frente, que se note. Pásate por las mesas, pregunta qué tal, ofrece algo fuera de carta… Ese gesto humano es lo que más recuerda la gente.

 

Detalles que se notan más de lo que crees

Hay cosas pequeñas que hacen que un cliente se sienta cuidado sin que se dé cuenta, y son estas:

  • Que el baño esté limpio, con papel, jabón y espejo. Parece obvio, pero muchos fallan ahí.
  • Que haya algún perchero o sitio para dejar las chaquetas.
  • Que las cartas no estén sucias ni rotas.
  • Que no haya olores raros ni a producto de limpieza fuerte.
  • Que la música esté bien elegida y no demasiado alta.
  • Que, si hay niños, tengas algo que darles (colores, hojas, una sonrisa).

Pequeños gestos que valen más que una campaña en redes.

 

Dale personalidad a tu restaurante

Una de las cosas que más recuerda la gente es lo que lo hace diferente a otros. No tiene por qué ser algo raro o muy llamativo. Puede ser una forma de saludar, una frase en la pared, un plato fuera de carta, una decoración sencilla pero única…

Aquí es donde entra tu toque personal. ¿Qué te gusta?, ¿qué te representa?, ¿qué te hace distinto? Si logras que el cliente sienta que está en un sitio con alma, ya tienes mucho ganado.

Un restaurante sin personalidad es uno más. Uno con detalles propios se queda en la memoria.

 

La importancia del ambiente

No hay nada más incómodo que no poder hablar con quien tienes enfrente. Si el ruido es constante, los clientes se van con dolor de cabeza. Lo mismo si hay corriente o calor agobiante.

Aquí entra un tema clave: el aislamiento. En muchos locales, por muy bonita que sea la decoración, si no se ha pensado bien en cómo aislar del ruido de la calle o del clima, la experiencia se arruina.

Para que el ambiente sea cómodo de verdad, hay que cuidar el sonido y la temperatura. Un restaurante ruidoso o frío no invita a quedarse.

 

Aislamiento acústico y térmico

En este punto, hablé con Crearsur, una empresa que lleva años instalando ventanas de PVC en restaurantes y locales. Su equipo me explicó qué tener en cuenta si quieres que tu restaurante esté bien aislado tanto del ruido como del frío o el calor.

Lo primero que aconsejan es usar ventanas de PVC con doble o triple acristalamiento. Este tipo de ventanas ayudan a reducir muchísimo el ruido del exterior, algo muy útil si tu local está en una calle transitada, cerca de tráfico o bares con música.

También destacan la importancia del tipo de vidrio. No es lo mismo un vidrio normal que uno con aislamiento acústico reforzado. Incluso si ya tienes ventanas grandes y no las quieres cambiar, puedes estudiar cambiar solo el vidrio por uno que bloquee más el sonido.

En cuanto al aislamiento térmico, recomiendan vidrios bajo emisivos, que ayudan a mantener el calor en invierno y evitan que entre demasiado calor en verano. Todo esto no solo mejora el confort del cliente, sino que también reduce el gasto en climatización.

Por último, insisten en que no solo hay que usar esas ventanas: también hay que revisar puertas, juntas y entradas de aire. A veces, una pequeña corriente puede arruinar la temperatura perfecta.

 

Cuida también el exterior

Muchas veces se piensa solo en el interior, pero el exterior también cuenta. Si tienes terraza, cuídala. Que las mesas no estén desniveladas, que las sillas sean cómodas y que haya sombra en verano. Si es invierno, piensa en poner estufas o mantitas. Y si no tienes terraza, al menos cuida el aspecto de la entrada.

Una buena fachada, con el cartel bien colocado, algo de iluminación cálida y un aspecto limpio, invita a entrar. Y si alguien pasa por delante varias veces y siempre ve buen ambiente, tarde o temprano entrará.

 

Ofrece algo que quieran contar

Hoy la gente lo comparte todo. Si tu restaurante ofrece algo que vale la pena mostrar, vas a conseguir que te recomienden sin pedirlo. Puede ser un plato con una presentación especial, una bebida diferente, una decoración bonita o una pared con tu logo donde todos se quieran hacer fotos.

No lo fuerces, pero piensa en qué puedes ofrecer que provoque una sonrisa o una foto. Esa es una forma muy potente de que te recuerden.

 

Que te recuerden por lo que sienten

Al final, lo que hace que alguien vuelva a un restaurante no es solo lo que comió, sino cómo se sintió. Si estuvo cómodo, si lo trataron bien, si se relajó, si comió a gusto, si pudo hablar sin gritar, si se sintió bienvenido.

Y eso lo construyes tú, cada día, con cada detalle. No se trata de hacer magia, se trata de pensar en el cliente y cuidarlo. Como si fuera la primera vez, siempre.

 

Haz que quieran volver, aunque tengan otros mil sitios

No puedes controlar todo, pero sí muchas cosas. Si haces que tu restaurante sea cómodo, acogedor, limpio, con buen ambiente, buena atención y un toque tuyo, tienes mucho ganado.

La comida es importante, claro. Pero la experiencia lo es todo. Y esa experiencia empieza antes del primer bocado y termina mucho después de que se vayan. Si logras que alguien diga “me encanta este sitio”, ya hiciste lo más difícil.

Que vuelvan no es suerte, es trabajo bien hecho.

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