Cuando vienes de un país como Suecia a cursar tus años Erasmus en España, cada día aprendes algo nuevo. La cultura española es tan diferente a la nuestra que necesité bastante tiempo para adaptarme.
En Suecia todo está silencioso mientras que en España todo el mundo habla muy alto, al principio me llamaban mucho la atención todas estas diferencias, pero, poco a poco, empecé a enamorarme de la cultura española. La gente es mucho más alegre que en Estocolmo, más extrovertida, sobre todo en el sur. Mi viaje al sur de España fue toda una aventura, una experiencia de choque cultural llena de equívocos y momentos divertidos.
No elegí España como primera opción, quería ir a París, pero no me daba la nota así que acabé en Barcelona. La verdad es que la ciudad me encantó, el Parque Güel se convirtió en uno de mis sitios favoritos cuando quería buscar algo de tranquilidad. Lo que más me gustaba era el clima, nunca había vivido con días de sol tan largos en invierno, y la cocina mediterránea, con sus platos tan saldables y variados.
Lo cierto, es que fue un poco a través de la comida que empecé a interesarme mucho por Andalucía, algunos amigos me habían hablado del flamenco y de la guitarra española, y aunque también me parecía muy interesante, lo que más me gustaba era su riqueza gastronómica.
Quería aprovechar hasta el último momento, y siempre que tenía la oportunidad trataba de hacer pequeñas escapadas para recorrer las provincias cercanas.
Entonces, una amiga andaluza me invitó a conocer su tierra, me pareció una estupenda oportunidad para aprender de la Gastronomía Andaluza y visitar esta comunidad tan alejada y diferente a mi Estocolmo natal.
Gastronomía Andaluza
Me hizo mucha gracia cuando me enseñaron la expresión “No te hagas el sueco”, para expresar que alguien es despistado o que se está haciendo el loco, quise investigar sobre el origen de la expresión, pero nadie lo sabía realmente.
La personalidad andaluza me llamaba mucho la atención, sobre todo por ser prácticamente la opuesta al carácter sueco. Me transmitían mucha pasión, un mundo emocional muy rico y expresivo en sus canciones y en su música. Era un mundo nuevo para mí.
La familia de mi amiga era muy hospitalaria y divertida, hacían sesiones tocando la guitarra y cantando en las que se reunían todos y salíamos al patio de la casa a comer.
Me prepararon todos los platos tradicionales de la cocina andaluza, la mayoría basados en las materias primas de su región, que al ser de costa era muy rica en pescados.
La influencia de la cocina árabe de Al-Ándalus podía saborearse en sus postres en los que utilizan muchas almendras y miel, toda una delicia.
También me prepararon una riquísima sopa de chirlas, paté de aceitunas, pescado adobado y me dijeron que no podía irme sin ir a visitar Granada y probar las innumerables tapas de sus bares.
Aunque lo mejor de todo para mí era el Gazpacho, también su receta más popular y típica. Me pareció muy fácil de preparar a base de tomate, pepino, pimiento, ajo y cebollas.
Siguiendo su consejo, empecé a planear mi visita a Granada y, como mi amiga no podía ir, y me apetecía una visita guiada pedí consejo a ver si conocían algún servicio de guía turístico para recorrer la ciudad y conocer la Alhambra, me hablaron de visitours, ya que ofrecían rutas muy completas y un tour privado por Alhambra y Generalife.
Me pareció una estupenda opción. Me enamoré de Granada, me gustó tanto que empecé a planear posibilidades para pedir un traslado y vivir un par de meses en la ciudad. Me sorprendió mucho su cultura de tapas, aún recuerdo mi tapa de Salmorejo y Huevos a la Flamenca.
Nunca me hubiera imaginado lo enriquecedor que puede ser vivir en una cultura tan diferente, y la suerte que tuve de acabar descubriendo la Cocina Mediterránea desde luego por lo de ahora me quedo por España, y espero que por mucho tiempo.